martes, 12 de febrero de 2013

Barbarismos


Barbarismos.


Se denominan barbarismos a las palabras que se generan siguiendo normas morfológicas o fonológicas que no son propias de nuestra lengua o cuyo uso no se considera correcto. El barbarismo es el elemento identificable como ilegitimo en la oración, en caso de que no pertenezca al idioma del país respectivo, o también se puede identificar un barbarismo cuando alguna palabra está mal escrita, o se utiliza con un significado equivocado, entre otros errores menos notorios. El término barbarismo procede del griego bárbaros (extranjero), a través del latín barbarus. Desde el punto de vista etimológico es, por consiguiente, equivalente de extranjerismo, y ha tomado un matiz peyorativo, que hace alusión al empleo incorrecto de una forma extranjera en lugar de la propia de la lengua.
De esta definición se desprende que el barbarismo puede cambiar a lo largo del tiempo, ya que las palabras, aunque nazcan con defectos, consiguen a veces introducirse en nuestro lenguaje habitual y llegar incluso a desplazar a otras mejor formadas. Algunos de estos barbarismos están ya muy afianzados e incluso los ha aceptado la Real Academia de la Lengua. Sin embargo, debemos intentar eliminarlos para conseguir un lenguaje preciso que se base en la auténtica estructura de nuestro idioma. Nuestro lenguaje debe enriquecernos a nosotros, a los receptores de nuestro mensaje y a nuestro idioma.
Hay varias clases de barbarismos como los prosódicos, morfológicos y sintácticos, según afecten a la prosodia, morfología o sintaxis. Pero los principales barbarismos son: palabras nuevas importadas, palabras nuevas creadas, acepciones nuevas, importadas o creadas, para palabras ya existentes, voces anticuadas.
Las mejores maneras de evitar el uso de los barbarismos son: no use palabras nuevas de origen extranjero. No invente palabras nuevas. No emplee palabras españolas en una acepción nueva aun no autorizada, o bien no use palabras españolas con significados que no le son “propios”, evite el uso de arcaísmos inoportunos.
Los barbarismos tienen varias procedencias en si, no tiene una sola nación procedente,  pero los Barbarismos en el idioma del español (así como en la mayoría de las lenguas no aisladas) se han utilizado siempre, aunque con mayor o menor intensidad según las circunstancias.
 Unas veces han procedido principalmente del francés; otras, del inglés; en algunas ocasiones, del italiano, de las lenguas indígenas americanas e incluso del alemán o del portugués. En general, proceden del francés y del inglés. Otro momento de gran intercambio lingüístico entre Francia y España es el de las guerras de Italia, que motivan la aportación de no pocos italianismos en relación principalmente con el mundo del comercio y la navegación y otros referentes a las letras y a la guerra.
El barbarismo en su sentido propio es más frecuente entre las clases cultas que en las populares. El pueblo español, y de una manera especial en zonas rurales, es más reacio a las modas, costumbres y palabras venidas de fuera; el campesino español se ha distinguido como uno de los que mejor hablan. El barbarismo es, con frecuencia, hijo de la presunción y del esnobismo que, pretendiendo hacer gala de erudición, suele ocultar una solemne ignorancia. Por eso podríamos decir que, la mayoría de las veces, el b. es consecuencia de la ignorancia. Aun en los casos de más deslumbrante presunción es fácil reconocer un interés por hacer gala de unos conocimientos que no logran disimular la poca seguridad en la semántica de la propia lengua y en los fundamentos de la gramática.
El empleo de palabras, expresiones y construcciones extranjeras siempre ha motivado polémicas entre partidarios y enemigos de su aceptación en la lengua española dándose las denominaciones de puristas y reaccionarios a los que se oponen a su difusión, y de liberales y progresistas a los que la fomentan o al menos la ven con simpatía, complacencia o indiferencia.
Aun en el peor de los casos, el b. lexical no es tan temible como el gramatical. Las protestas y las voces de alarma claman, no sin razón, contra las palabras extranjeras, pero rara vez se protesta contra los b. gramaticales, sobre todo los que se refieren a la sintaxis. Desgraciadamente, se descuida con alta frecuencia el estudio de la gramática, en particular la sintaxis. De ahí que, por un lado, se introduzcan con facilidad en este campo, y, por otro, que sean menos frecuentes e intensas las voces de alerta y de repulsa contra ellos.


  


Bibliografía:
Terlingen J., 1943: El termino fragata en el paso del español clásico al moderno 
(http://www.google.co.cr/url?sa=t&rct=j&q=terlingen%20j.%2C%201943&source=web&cd=3&ved=0CDkQFjAC&url=http%3A%2F%2Fruc.udc.es%2Fdspace%2Fbitstream%2F2183%2F5417%2F1%2FRL_5-2.pdf&ei=EQYbUczXIYqA9gTi2IDwBg&usg=AFQjCNGyVE0wY70GtxqA7-L9VdD8c3yoqQ&bvm=bv.42261806,d.eWU)
Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Barbarismos
Diccionario Larousse Basico
Internet: http://www.casadellibro.com/libro-hablar-y-escribir-correctamente-barbarismos-impropiedades-y-dud-as-en-el-espanol-oral-y-escrito/9788471979100/1245856

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